Como cada dos semanas Fran volvía a su casa, tarde y de noche, después de viajar durante esos quince días por todos los pueblos y aldeas de la comarca vendiendo el sinfín variopinto de productos que lleva en su camioneta .
Tanto le vende un juego de sartenes a la vecina de al lado, como unas cucharas de boj en un pueblo alejado...o unas botas "recias" a un pastor.
Y si no lo lleva en ese momento, lo apalabra con quien se lo pide, para entregarlo puntualmente la próxima vez que pase por allí.
El vendedor ambulante se cruza en los caminos de las vidas de muchísima gente.
Eso le sucedió con Tomasa, una señora gordísima que vive sola en una aldea y que necesitaba un "vestidito" nuevo pero sencillo para recibir la visita, después de casi 40 años, del que fue su único amor.
Fran se involucró muchísimo en buscar un vestido nuevo para Tomasa, pero se equivocó de talla.
Y no una vez, sino también la segunda vez, cuando volvió otra vez a llevarle de nuevo el vestido...
Y como "no hay dos sin tres", tuvo que volver otra vez más, la tercera, a la aldea de Tomasa, con un vestido tan grande ,tan grande que parecía una carpa de circo...
-¡Menos mal que hay un refrán que dice que "a la tercera va la vencida", si no llego a conocerlo no me hubiera ido a por el tercer vestido para Tomasa!. -y continuó pensando- ... Un vestido "sencillo", quería la pobre mujer..."para reenamorar a mi Pepe"...¿Sencillo, decía? Pues a mi encontrarlo me ha resultado complicadísimo, ¡si ella supiera!....
En eso iba pensando mientras conducía por una carretera solitaria, únicamente iluminada por los focos de su furgoneta, cuando ante él se cruzó una madre y sus cuatro pequeños.
Iban en fila, la madre debió despistarse porque si no, Fran no se explica cómo estaban cruzando todos a oscuras.
El resplandor de la luz cegó al último de los pequeños, que se quedó gritando y aturdido en medio de la carretera, sin moverse hasta que su madre se acercó a buscarlo.
El pobre Fran del susto se quedó helado.
- ¡Podía haberles atropellado a todos... O llevarme por delante al "pequeñajo"!
El corazón le latía a mil por hora.
Cuando llegó a su casa, fue lo primero que contó a su mujer.
Y cuando Fran dejó de hablar ella le dijo:
-Si, cariño. Estas dos ultimas semanas pasan muchas madres con sus hijos por estos caminos y nos roban las trufas, las zanahorias y todo lo que tenemos en los huertos...
Tienes razón. Muchos del pueblo han tenido el mismo susto que tú...o peor porque han atropellado a alguno de ellos...Y después, sonriendo añadió:
-¡Por eso hemos añadido a su silueta a la señal de tráfico que hay en el cruce de la carretera, antes de llegar al pueblo!
A propósito de esto.... La señal de la foto es de verdad, no es un montaje.
Está en la carreterita que lleva a alguno de los pueblos perdidos de los Pirineos...
¡Porque lo que cuentan los cuentos, a veces ocurre!
©Foto: Señal de tráfico singular, por ChusdB .Bajo una licencia Creative Commons ©All Rights Reserved.
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